II
De su piel blonda y oscura
brota un perfume tan dulce que
embalsamado quedé una noche con sólo
acariciarla una vez.
El gato es espíritu y armonía
de la casa; juzga, preside,
inspira todo en su reino;
¿es quizá un mago, un dios acaso?
Cuando mis ojos, como atraídos por imán,
hacia ese gato que tanto quiero
con toda docilidad se vuelven,
y que interiormente me miro,
con gran asombro descubro
el brillo de sus pálidas pupilas,
fanales claros, ópalos vivos
que fijamente me contemplan.
Charles Baudelaire, Las flores del mal
Los gatos han tenido siempre una tortuosa relación con el ser humano. En su convivencia con el hombre, ha pasado de ser amado y venerado a ser odiado y temido, ha sido divinizado y perseguido, asociado tanto a dioses como a demonios.
Quizás fue la cualidad cambiante de sus ojos que le confería una naturaleza lunática, o esa mirada que parecía ver más allá de los cuerpos opacos, quizás su dominio de la oscuridad, tal vez su actitud independiente y el sigilo de sus pasos o su aire de misteriosa sensualidad…
En el antiguo Egipto los gatos eran unos valiosos compañeros para los hombres y no faltaban en ningún hogar que se preciara debido a sus grandes cualidades como cazador de roedores. Los egipcios adoraban a estos animales, los veneraban como a dioses. Cuando uno de estos animales moría, toda la familia estaba de luto durante unos días y se llegaron a crear cementerios para gatos donde se enterraban sus cadáveres momificados metidos dentro de sarcófagos.
En el mundo grecorromano a los gatos también se les tenía en gran estima y se los valoraba como animales de compañía. Pero fue durante la Edad Media cuando la Inquisición empezó a asociar a estos animales a las brujas y a todo lo que representaba Satanás y el infierno. El gato se empezó a ver como una figura oscura, la encarnación del demonio. Por ello durante 400 años se les maltrató y hubo muchas quemas de gatos y brujas. Se dice que esta exterminación de los gatos en muchos lugares de Europa fue la causa de que la peste negra se extendiese tanto en el viejo continente, ya que la falta de gatos hizo proliferar a las ratas portadoras de la peste.
Hoy en día siguen despertando curiosidad, siguen despertando enigma al ser animales que buscan soledad y que adoptan esa actitud tan gatuna de dueños del lugar. No se puede negar que al ser silenciosos y discretos se desconfía de ellos, como si de crueles felinos se tratase. Pero el gato no es un animal traicionero ni peligroso, ya que como dijo Víctor Hugo: “Dios creó al gato para ofrecer al hombre la oportunidad de acariciar al tigre”.
La gente ama y odia a los gatos; testigo de ello es su historia. El gato tiene muchas cualidades como animal, que, “como un ángel, posee lo sutil y lo armonioso”: su elegancia, su figura sutil, su aparente fragilidad y esos ojos, tan temidos y hechizantes, con unas casi místicas pupilas que le confieren poder en la oscuridad. Así es el gato.