domingo, 26 de abril de 2009

EL GATO.

II

De su piel blonda y oscura

brota un perfume tan dulce que

embalsamado quedé una noche con sólo

acariciarla una vez.


El gato es espíritu y armonía

de la casa; juzga, preside,

inspira todo en su reino;

¿es quizá un mago, un dios acaso?


Cuando mis ojos, como atraídos por imán,

hacia ese gato que tanto quiero

con toda docilidad se vuelven,

y que interiormente me miro,


con gran asombro descubro

el brillo de sus pálidas pupilas,

fanales claros, ópalos vivos

que fijamente me contemplan.

Charles Baudelaire, Las flores del mal


Los gatos han tenido siempre una tortuosa relación con el ser humano. En su convivencia con el hombre, ha pasado de ser amado y venerado a ser odiado y temido, ha sido divinizado y perseguido, asociado tanto a dioses como a demonios.

Quizás fue la cualidad cambiante de sus ojos que le confería una naturaleza lunática, o esa mirada que parecía ver más allá de los cuerpos opacos, quizás su dominio de la oscuridad, tal vez su actitud independiente y el sigilo de sus pasos o su aire de misteriosa sensualidad…

En el antiguo Egipto los gatos eran unos valiosos compañeros para los hombres y no faltaban en ningún hogar que se preciara debido a sus grandes cualidades como cazador de roedores. Los egipcios adoraban a estos animales, los veneraban como a dioses. Cuando uno de estos animales moría, toda la familia estaba de luto durante unos días y se llegaron a crear cementerios para gatos donde se enterraban sus cadáveres momificados metidos dentro de sarcófagos.

En el mundo grecorromano a los gatos también se les tenía en gran estima y se los valoraba como animales de compañía. Pero fue durante la Edad Media cuando la Inquisición empezó a asociar a estos animales a las brujas y a todo lo que representaba Satanás y el infierno. El gato se empezó a ver como una figura oscura, la encarnación del demonio. Por ello durante 400 años se les maltrató y hubo muchas quemas de gatos y brujas. Se dice que esta exterminación de los gatos en muchos lugares de Europa fue la causa de que la peste negra se extendiese tanto en el viejo continente, ya que la falta de gatos hizo proliferar a las ratas portadoras de la peste.

Hoy en día siguen despertando curiosidad, siguen despertando enigma al ser animales que buscan soledad y que adoptan esa actitud tan gatuna de dueños del lugar. No se puede negar que al ser silenciosos y discretos se desconfía de ellos, como si de crueles felinos se tratase. Pero el gato no es un animal traicionero ni peligroso, ya que como dijo Víctor Hugo: “Dios creó al gato para ofrecer al hombre la oportunidad de acariciar al tigre”.

La gente ama y odia a los gatos; testigo de ello es su historia. El gato tiene muchas cualidades como animal, que, “como un ángel, posee lo sutil y lo armonioso”: su elegancia, su figura sutil, su aparente fragilidad y esos ojos, tan temidos y hechizantes, con unas casi místicas pupilas que le confieren poder en la oscuridad. Así es el gato.

domingo, 19 de abril de 2009

Sociedad de la apariencia, Sociedad de consumo


Desde el nacimiento de la sociedad consumista a mitades del siglo XX, ésta ha ido creciendo como modelo, que parece que sólo disminuye en periodos de crisis. Lo más escandaloso de todo es que aún estando en una etapa de desastre económico y que la mayoría de las personas tengan que apretarse el cinturón, la sociedad de consumo sigue adelante y todos seguimos pendientes de lo próximo que nos podemos comprar.

Con la aparición del ocio y el tiempo libre la sociedad consumista ha ido en aumento, la bonanza económica que vivió EEUU en los años 50 inició una tendencia que poco a poco se fue extendiendo a otros países ricos en Europa y que ya ha alcanzado a prácticamente todas las sociedades desarrolladas que hay en el planeta.

La sociedad de consumo es el tipo de sociedad en la que muchas personas compran la falsa idea de que determinados objetos son indispensables para su felicidad. Sin embargo, cuando consiguen el objeto, se dan cuenta de que el placer por obtenerlo ha desaparecido y necesitan ir a por otra cosa, a un nuevo objeto de consumo. Esta mentalidad, tan presente en el siglo pasado y en este siglo XXI, ha dado lugar a lo que se denomina los “consumistas”. Esas personas que están ansiosas y obsesivas por poseer cada vez más y más objetos, con la ilusión de que estos le van a hacer más feliz. Todo este sentimiento, esta voluntad de poseer objetos materiales está relacionado con la seguridad interna de la persona. Alguien que se siente inseguro de si mismo cree que al tener va a logar ser.

La cultura occidental está basada en cómo nos ven los demás, es muy importante la mirada de los otros y por ello desde que nacemos crecemos con la idea del aparentar, y para ello es muy importante hacerse con adornos materiales que nos permitan lucirnos ante la sociedad que nos rodea. Este “lucirse” tiene su base en rodearse de objetos materiales para darte un cierto estatus, suplimos con estos objetos nuestras carencias personales.

En las grandes ciudades es donde la tendencia al consumismo se ha dado en una mayor medida con respecto al campo. Estas ciudades están basadas en el consumo, en la búsqueda de la aprobación social y en el hecho de exhibirse.

La manera de combatir esta sociedad consumista, que aunque no quiera admitirlo, sigue estando basada en el “tanto tienes tanto vales”, es buscando un cierto desapego material. Pero este desapego tampoco tiene que ser total, ya que tampoco es bueno estar en contra de los objetos que necesitamos para la vida diaria. La idea es encontrar el equilibrio y aprender a disfrutar de las cosas que nos rodean sin necesidad de hacer un apego obsesivo o ansioso. Pero por encima de todo, alejar la idea de que cuanto más tengamos más felices seremos y mejor nos verán los demás.

sábado, 18 de abril de 2009

Haiku



Pasadas las vacaciones
No alegra la llegada de la primavera
El tedio acecha

Herculano, tres siglos de descubrimientos

Lugar: Museo arqueológico nacional de Nápoles

Fechas: 16 octubre 2008 hasta 13 abril 2009


El museo arqueológico acoge por primera vez una gran muestra dedicada a las extraordinarias esculturas que en casi tres siglos de descubrimientos han sido rescatadas de la antigua Herculano.

Ercolano, era una antigua ciudad romana de la región de Campania, más pequeña y más rica que Pompeya. Hoy es conocida porque sus calles y casas se conservaron, junto con las de Pompeya, al ser enterradas bajo las cenizas de la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d.C.

Debido a este hecho trágico para sus habitantes que murieron intentando huir, muchas de sus riquezas y maravillas han sido conservadas y hoy están a disposición para que podamos disfrutar y aprender de ellas y del legado romano.

En la exposición, nos adentramos en el pasado, empezando con un recorrido por las portentosas esculturas de dioses y héroes. Atenea, Zeus, Hércules… nos vemos rodeados por todas estas grandes y prominentes estatuas, algunas aún conservan el color en los ojos y en los cabellos, dándoles un aspecto entre terrorífico y abrumador.

Proseguimos con una colección de las dinastías imperiales representadas por colosales estatuas de emperadores y de otros miembros de la dinastía Julio-Claudia provenientes del Augusteum, el lugar para el culto imperial en la antigua Herculano. Las sucesivas secciones están dedicadas a los bustos y estatuas de miembros de las ilustres familias herculanas y a numerosas esculturas encontradas en la famosa Villa de los Papiros. Esta hermosa villa es conocida por ser la más lujosa de las villas herculanas, y está identificada como el fastuoso retiro con vistas al mar de Lucio Calpurnio, suegro de Julio César.

Subimos al primer piso y encontramos los retratos de la gente común y otros mosaicos de diversa naturaleza que adornaban las villas de Herculano. Representaciones de escenas mitológicas, de batallas, de los dioses olímpicos… una espléndida colección de grandes mosaicos llenos de color y muy bien conservados, a pesar de algunos desperfectos debido a su antigüedad.

Finalmente, en este mismo piso, nos adentramos en una sección más sombría. Una sala un tanto oscura con unas cortinas negras nos conducen hasta una zona un poco aislada, donde encontramos un escaparate en el que vemos como emergen entre las tinieblas los esqueletos de los pobres herculanos: hombres, mujeres y niños que en vano buscaban refugio de la erupción del Vesubio en la playa. Definitivamente la zona más macabra de toda la exposición, dado que los esqueletos están todos juntos y se puede apreciar el dramatismo de la situación.

Una exposición muy interesante y recomendable para cualquier interesado en el pasado del antiguo imperio romano. Pompeya y Herculano son dos grandes tesoros de la arqueología y vale la pena verlos y poder disfrutar de todo el testimonio histórico que nos han dejado debido a su particular y trágica forma de desaparecer a manos del terrible Vesubio. Tras el recorrido por esta exposición dedicada a Herculano, es una visita obligada el resto del museo arqueológico, que alberga unos espectaculares mosaicos provenientes de Pompeya. Entre ellos, el famoso mosaico de la batalla de Gaugamela, donde Alejandro Magno se enfrentó a los ejércitos persas.