
La cultura en su totalidad es la expresión de los humanos como seres pensantes y que por lo tanto crean, adquieren costumbres, signos de identidad, etc. Pero aunque la cultura sea de todos, cuando yo pienso en “cultura” me es inevitable pensar en el arte y en los artífices de ésta. He aquí una pequeña reflexión sobre el mito del artista incomprendido, el genio creador de aquella cultura de la belleza en sí.
La cultura individualista nos lleva a endiosar la figura del artista. Ese ser un tanto incomprendido, fuera de su tiempo, tocado por un don que es capaz de crear obras que rozan la genialidad y que, precisamente por ello, han sido universalmente valoradas como obras de arte. Está claro que no todos somos capaces de producir ese tipo de obras, aquellas que superan la mediocridad y que por ello conocerlas da muestra de la cultura general de uno mismo.
Muchos de los grandes genios de la historia de la humanidad tuvieron una vida en la que pasaron problemas financieros porque su obra no era entendida ni valorada por los coetáneos de su época, o que simplemente pasaron problemas con encontrarse a sí mismos y a su propia obra. Consecuencia del ir a contracorriente, crear nuevas tendencias, innovar o simplemente darlo todo por la creación de la obra. El artista se sumerge en la plasmación de lo bello, porque eso es su vida, es su objetivo máximo. Pocos han podido entender este modo de ver la vida y el arte, sobre todo los que han sido contemporáneos de los grandes artistas.
Hay una frase que me gusta mucho, y que creo que define muy bien la idea romántica del artista más absoluto, aquel que entrega su vida y su cordura por la creación de su obra:
“La salvación del hombre como artista entraña la condenación del artista como hombre”
Gracias a los artistas tenemos en nuestras manos, en el legado cultural, las más hermosas creaciones de la humanidad. Gracias a estos hombres que en su búsqueda de la belleza supieron plasmar en obras de arte su sensibilidad.
El romanticismo nos trajo la idea del artista que va en contra de la sociedad, que se siente incomprendido y cuyo estado de ánimo es comparable a un mar en plena tormenta. Otro mito es el del artista bohemio, aquel que malvivía en París gestando obras tan dispares como Las flores del mal. Pero no todos los artistas han sido unos marginales que vivían fuera de la sociedad. Hay muchos que pueden presumir de haber sido de clase burguesa o incluso de la nobleza. Pero todos los artistas son especiales, todos tienen algo que les diferencia del resto, que les aparta de lo corriente y eso es lo que les eleva al grado de artistas. Gran parte de nuestra cultura se la debemos, y hoy mi blog se lo dedico a ellos, a estos grandes creadores de cultura.
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