domingo, 8 de marzo de 2009

El "arte" del expolio

A finales del mes pasado se realizó una subasta en el Gran Palais de Paris, donde se subastaban las obras de arte de la colección del fallecido modisto francés Yves Saint Laurent, y de su pareja, Pierre Bergé. La polémica vino dada por la venta de dos antigüedades de bronce del arte chino. Dos pequeñas piezas de 40 centímetros cada una, que fueron vendidas por 31,4 millones de euros y que destaparon las quejas del gobierno de China. El motivo de éstas, es que estas antigüedades procedían del saqueo del Palacio de Verano de Pekín cometido por soldados franceses y británicos en 1860; y aunque fueron compradas por Yves Saint Laurent legalmente, el gobierno chino reclama su repatriación por su pertenencia legítima a China y por ser un patrimonio cultural del país que fue arrebatado por los europeos de manera deliberada. “En la historia moderna, las potencias imperialistas occidentales saquearon muchos objetos artísticos chinos en el Palacio de Verano y esas piezas deben volver a China”, declaró el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores.


Este caso, es otro de los miles que nos remiten una vez más al problema del expolio, que forma parte del arte desde sus inicios, pero encuentra sus momentos de mayor cumbre en épocas de guerra y de pobreza. Hitler y Napoleón son dos claros líderes exponentes de estas agresiones contra el patrimonio cultural de un país, que suele incluir robos, requisas o ventas irregulares. El expolio nazi de obras de arte europeas fue de tal magnitud, que sólo en Francia fueron expoliadas 100.000 obras. Pero la lucrativa empresa de Hitler tiene un claro antecedente en Napoleón y en su saqueo de las obras de Velázquez, Goya y Murillo en España.

Actualmente muchos países se movilizan y están a la espera de ver si su patrimonio artístico es devuelto a su país de origen. Dan la culpa a los museos, que durante el siglo pasado adquirieron obras de procedencia dudosa; pero la mayoría se eximen subrayando la labor de conservación y protección que ellos ejercen sobre las piezas artísticas. Estos museos defienden su postura porque dicen que preservan las obras en unas condiciones que difícilmente podrían tener en su país de origen, donde sufren peligro de deterioro y de mal cuidado. En este punto surge de nuevo la polémica ¿dónde están mejor preservadas las obras? Las opiniones se dividen, según los intereses, entre defensores y detractores de mantener obras de arte que pertenecen a un país en otro.


Un caso que encuentro particularmente indignante es el del Museo Británico de Londres. Es una descarada colección de los robos de la potencia europea durante el Imperialismo; cuentan con obras importantísimas para el patrimonio cultural de muchos países, y algunos de ellos ya llevan años haciendo solicitudes formales para que se devuelvan las obras al país de origen.

El gobierno de Grecia lleva mucho tiempo pidiendo la repatriación de las esculturas y frisos del Partenón a Atenas, donde les correspondería estar, con el resto de antigüedades pertenecientes a la Acrópolis. Pero de momento casi todo ha sido en vano. La respuesta de los ingleses siempre es la misma: una negación rotunda alegando que donde mejor se preservarán las obras es en el Museo de Arte Británico y añade: “Los frisos del Partenón han sido piezas centrales en el museo durante casi doscientos años. El Museo Británico es un museo universal, que visitan cinco millones de personas de todo el mundo todos los años de manera gratuita" ha declarado el director del museo, jactándose de dirigir uno de los museos más importantes del mundo en antigüedades, eso sí, antigüedades que pertenecen a otros.

Este es un claro caso de expolio deliberado. El robo de las piezas del Partenón se hizo a manos de un aristócrata británico que era embajador en el Imperio Otomano (a principios del siglo XIX incluía Grecia), y que decidió llevarse los frisos del Partenón para decorar su nueva mansión escocesa a la que quería darle un “aire griego”. Finalmente el embajador acabó sacando mucho dinero vendiendo las obras al gobierno británico. Y ahora, casi doscientos años después, el gobierno griego sigue reclamando unas piezas artísticas que son legítimamente propiedad artística y cultural de Grecia, que deben estar en Atenas de donde fueron expoliadas años atrás de manera ilícita.

¿No es absurdo pensar que para ver parte de las maravillas del arte griego hemos de ir hasta la capital británica? donde además veremos las obras en un ambiente totalmente descontextualizadas. Quizás la cada vez mayor conciencia de estos “escándalos artísticos” acaben devolviendo los frisos al Partenón, donde los atenienses soñaban que estuviesen por toda la eternidad para recordar la grandeza de Atenas; aunque visto el panorama, las esperanzas son pocas.

1 comentario:

  1. Los ingleses son bastante piratas y como tal han robado por todo el mundo cuando eran un imperio. Las obras del Partenon fueron robadas con la ayuda del imperio Otomano, pero eso no le da autenticidad; las piezas deben ser devueltas a Grecia para ser exhibidas con el resto del Partenon. Si fuera al reves medio mundo andaria certificando y avalando dicha devolución, pero claro, hablamos de Grecia

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